NOUS DEVONS EN RETOUR LES CONTEMPLER, LES ASSUMER, TENTER D'EN RENDRE COMTE. IMAGES MALGRÉ TOUT: MALGRÉ NOTRE PROPRE INCAPACITÉ À SAVOIR LES REGARDER COMME ELLES LE MÉRITERAIENT, MALGRÉ NOTRE PROPRE MONDE REPU, PRESQUE ÉTOUFFÉ, DE MARCHANDISE IMAGINAIRE. GEORGES DIDI-HUBERMAN, IMAGES MALGRÉ TOUT, PARIS, LES ÉDITIONS DE MINUIT, 2003, P.11.


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27.6.13

UN DRAMA INTERASTRAL Charles Cros y el romance de la venusina y el terrícola

Extracto de artículo publicado en Replicante. Cultura crítica y periodismo digital

El tránsito de Venus de 1874

El pasaje de Venus o tránsito de Venus, es uno de los eventos astronómicos más seguidos durante la modernidad. Cada 105 años, con un intervalo de 8 años y posteriormente con otro de 121 años se completa el patrón de 243 años en que sucede la alineación del planeta Venus entre la Tierra y el Sol. La secuencia completa es de 8+105.5+8+121.5 años. Gracias a que se produce con una periodicidad hasta cierto punto mesurable las observaciones desde el medievo han sido constantes. A pesar de que hay indicios de las observaciones del ciclo completo de Venus en la cultura maya y algunas aproximaciones en la griega, es desde el siglo XVI que se posee documentación fiable sobre los días en que ha sido avistado este fenómeno: 25-26 de mayo de 1518; 23 de mayo de 1526; 7 de diciembre de 1631; 4 de diciembre de 1639; 6 de junio de 1761; 3-4 de junio de 1769; 9 de diciembre de 1874; 6 de diciembre de 1882; 8 de junio de 2004; 5-6 de junio de 2012. Siguiendo esta regla, los próximos pasajes de Venus tendrán lugar el 11 de diciembre de 2117 y el 8 de diciembre de 2125, es decir, visibles para los habitantes del siglo XXII.
Es en el siglo XVIII que se entiende el pasaje de Venus como un asunto de Estado ante la importancia dada a la ciencia por las cortes y de las profusas redes de conocimiento de intelectuales y científicos extendidas por toda Europa, agrupados en academias, colegios o en sus propios gabinetes. Un documento en español que circuló a finales del siglo XVIII es Observacion del transito de Venus por el Disco del Sol (1761) de Christiano Rieger, cosmógrafo de la corte de Carlos III, trata la importancia de las misiones científicas que tuvieron como fin observar el fenómeno y acometer uno de los objetivos principales del avistamiento: La paralaje (en español el término es femenino) entre la Tierra y el Sol. La paralaje es un método de cálculo de distancias, cuando Venus pasa entre la Tierra y el Sol, la silueta de su disco se puede ver fácilmente a través de un telescopio si se cuenta con un filtro adecuado. Tal como apunta Rieger, se planearon grandes empresas científicas que unieron a astrónomos de América, Asia y Europa en pos del estudio del tránsito de Venus. El intercambio de información y las polémicas conclusiones sucedieron durante décadas posteriores al fenómeno, siendo este espíritu de cooperación –y competencia- retomado en el siglo XIX con el fin de demostrar el desarrollo científico y tecnológico de las grandes potencias. Rieger se lamenta de que solamente pueden de momento incluir en su libro el grabado (la copia) que se realizó con motivo de la observación del tránsito de Venus de 1639 (¡más de 120 años antes!) por Jeremiah Horrocks y William Cabtree. El tratado de Horrocks Venus in Sole Visa (1662) fue publicado más 20 años después de sus conclusiones por también astrónomo Johannes Hevelius y reproducido en toda Europa, transcribimos conservando la grafía original: 

Por ahora nos contenamos con añadir en la lamina el tipo de la única observación de otro passo de Venus por el Disco del Sol, hecha en 1639. à 4. de Diciembre en Hoola cerca de Liverpool de Inglaterra, por Geronymo Horoxio, y Willermo Crabtrio. Este Phenomeno es tan raro, que desde quel año no ha vuelto a suceder, hasta el presente, pro se repetirà dentro de 8. años el dia tres de Junio de 1769. […] Despues en ciento y cinco años no bolverà à passar Venus por delante del Sol.

























Portada y grabado del libro de Johannes Hevelius Mercurius in sole visus Gedani, 1662, en el que edita como anexo Venus in sole visa de Horrocks.

Christiano Rieger entiende que el fenómeno sucede cada 105 años, luego un intervalo de 8, tal como ya lo había predicho Johannes Kepler. Muy a su pesar Kepler murió tan sólo un año antes de poder ver el tránsito de 1631, no pudiendo tener el gusto de ver confirmadas sus teorías sobre el movimiento planetario expresadas en su libro Tabulae Rudolphine (1627). La comparación entre el avistamiento del fenómeno en el siglo XVII y su relación con el sucedido en 1761 y 1769 proveyó de una base documental de la evolución de los métodos y herramientas utilizados, que su vez concretará una tecnología fundamentada y del todo innovadora durante el tránsito del siglo XIX.

De cara al pasaje de Venus del siglo XIX, las potencias económicas se esforzaron por demostrar sus avances en ciencia y tecnología. El fenómeno astronómico del tránsito de Venus de 1874 y 1882 produjo una movilización general en diversas disciplinas científicas, que llevaron a replantearse desde sistemas de medición hasta fiabilidad de los instrumentos de observación y representación, siendo este el gran problema a enfrentarse atendiendo que la fotografía hace 35 años que es efectiva pero no estable. Con el auspicio de los gobiernos se conformaron expediciones que estudiaron tal fenómeno. Inglaterra organizó misiones a Egipto, Hawái, Isla Rodríguez, Nueva Zelanda e Islas Desolación. Italia desplazó una expedición a la India, concretamente al norte de Calcuta; Francia destinó a sus científicos a Nagasaki, Pekín, Saigón, Numea e islas San Pablo y San Mauricio; Países Bajos realizó observaciones en La Reunión y Batavia; Alemania envió al fotógrafo Gustav Fristch a Isfahán en Persia, mientras que el astrónomo Karl Jensen observó el fenómeno desde las islas Kerguelen, entonces llamadas islas Desolación. Sin dejar atrás los topónimos sugerentes, el astrónomo Hugo Siegler construyó su observatorio en Terror Cove en las Islas Auckland. Los rusos se instalaron en Beobachtugs y la península de Kamchatka. Estados Unidos envió expediciones a Kobe, Nagasaki, Pekín y en las antípodas a las Islas Kerguelen, la llamada Molloy Station. Inclusive México envío una comisión a Yokohama, Japón, gracias a la intervención de Francisco Díaz Covarrubias, presidente de la Sociedad Científica Humboldt, quien presentó la ponencia “Exposición popular del objeto y utilidad de la observación del paso de Venus por el disco del Sol" (1874). Se merece un capítulo aparte la reseña del viaje de la “Comisión Mexicana” a Japón. Si bien la ponencia describiendo la importancia de la observación del fenómeno por científicos mexicanos fue en abril de 1874, fue hasta el 18 de septiembre que se obtuvieron los fondos necesarios, autorizados directamente por el presidente Lerdo de Tejada. El día 24 septiembre desde la ciudad de México tomaron a toda prisa un tren al golfo para embarcarse rumbo a Nueva York pasando por Cuba. Una vez ahí, el 7 de octubre tomaron un tren que atravesó todos los Estados Unidos hasta llegar el día 14 del mismo mes a la ciudad de San Francisco, donde compraron cámaras fotográficas e insumos. Partieron el 19 de octubre de 1874 llegando el 9 de noviembre a Yokohama, justo un mes antes del evento astronómico. Evidentemente tal despliegue no significaba solamente un avance para ciencia, también una carrera con facetas coloniales y nacionalistas.


Tránsito de Venus en el Observatorio Real de Greenwich, 1874. Archivo National Maritime Museum

Dentro de la gran expectación del tránsito de Venus de 1874, se generaron sinergias para obtener mejores medios de reproducción del fenómeno ya que la técnica fotográfica del colodión seco y húmedo presentaba problemas ante la rapidez y precisión que requería el evento. Entre los dispositivos puestos a punto estuvo el revólver fotográfico (1873) de Jules Janssen, una cámara capaz de disparar fotografías cada cierto intervalo de tiempo, así mismo tal como en el siglo XVII lo hizo Horrocks, las proyecciones a través del telescopio sobre telas y papel a pesar de la tecnología no variaría demasiado.




Grabado del uso del revólver fotográfico de Jules Janssen durante el tránsito de Venus.