Kircher se erige como un hombre de ciencia imbuido por los conocimientos ocultos, el hermetismo -también en el sentido de mensajero de la palabra- y la paradoja, que, durante el XVIII será interpretado en clave de conocimiento científico -empirista- de la Ilustración y rescatado en el XIX por los químicos y físicos estudiosos de los fenómenos lumínicos como Herschel, Wedgwood y Davy, sobre todo en cuanto al papel del hombre y su instrumentalización de la naturaleza. En el siglo XVII la obra de Kircher devendrá conjugación del espíritu barroco: la reunión de alquimia, alegoría y conocimiento antiguo. Kircher es observación pura y demostraciones racionales, empirismo a pesar de sentir nostalgia por la antiguia sabiduría y el arcana.
Los textos sobre fotografía de William Henry Fox Talbot suelen ser nada menos que acertados en gran parte de las problemáticas de representación planteadas por la fotografía y Some account of the Art of Photogenic Drawing, or the Process by which Natural Objects made be made to delineate themselves without the aid of the Artist’s Pencil es el inicio de una serie de cuestionamientos que todavía –ciento setenta años después- mantienen viva la seducción de la imagen fotográfica. A pesar de su indudable estado germinal, es útil aproximarnos al fragmento que en esta primera disertación sobre este nuevo medio hace de la sombra. La sombra y su copia.
The phenomenon which I have briefly mentioned appears to me
to partake of the character of marvellous,
almost as much as any fact which physical investigation has yet brought to our
knowledge. The most transitory of things, a shadow, the proverbial emblem of
all that is fleeting and momentary, may be fettered by the spells of our ‘natural magic’, and may be fixed for
ever in the position which is seemed only destined for a single instant to
occupy. […][2]
La Magia
Natural a la que se refiere logra conservar los elementos de transitoriedad de
lo fotografiado, la importancia de la luz y su ausencia, así como de la propia
literatura sobre la representación que alude simultáneamente a la sombra como
primera copia del objeto. No tiene aquí una razón poética de ser, más bien
responde obviamente a la gran tradición que desde Della Porta tiene esta
magnífica expresión. Lo maravilloso aludido es el inicio de una reflexión que
continuará en otro textos, la problemática de la ausencia y la presencia de
luz, ese componente dual y opuesto que permite la impresión de una imagen.
La Magia Natural no sólo fue un término que en siglo XIX se
utilizó en relación con la fotografía. David Brewster, inventor del
caleidoscopio y del estereoscopio, escribió Letters
on Natural Magic Addressed to sir
Walter Scott (1832)[3] siguiendo el leitmotiv que desde principios de siglo
venía sugiriendo una manera de entender la ciencia. Abandonó cualquier
referencia supranatural para abordar desde la ciencia “la magia” de los
fenómenos invisibles pero evidentes, constituyendo el hilo conductor en pleno
siglo XIX de los estudios ópticos de los tratados de Giambattista Della Porta y
Athanasius Kircher. Su contenido es también ecléctico y sorprendente. Escrito
en forma epistolar, las cartas dirigidas a su amigo Sir Walter Scott son un
compendio de historia de la óptica y estudios de la percepción visual,
relacionando desde la memoria hasta la visión de espectros y fantasmas.
Justifica bajo el título de Natural Magic
la reunión de todo tipo de fenómenos producidos por la visión y la luz:
As it was at your suggestion that I undertook to draw up a
popular account of those prodigies of material world which have received the
appellation of Natural Magic, I have availed myself of the
privilege of introducing it under the shelter of your name. […] The subject of
Natural Magic is one of great extent as well as of deep interest. In its widest
range, it embraces the history of governments and the superstitions of ancient
times, -of the means by which they maintained their influence over the human
mind,- of the assistance which they derived from the arts and the sciences, and
from a knowledge of the powers and phenomena of nature.[4]
De esta manera, Brewster vuelve a hacer un tratado a la usanza de
aquellos magníficos volúmenes barrocos, que reunían la alquimia, el esoterismo
y la ciencia retomando la tradición y agregando las preocupaciones
contemporáneas como fue la espectralidad. Los fenómenos visibles e invisibles
de la naturaleza, enigmáticos y siempre sorprendentes. Años después –década de
los cincuentas y sesenta - seguiría utilizándose esta retórica para describir
el proceso fotográfico desde sus primeros elementos, es decir el estudio de la
luz, e inclusive será vigente durante años la polémica sobre su propia
denominación. La polémica sobre si se debería denominar el proceso fotografía o
heliografía fue suficientemente explotada por los críticos e investigadores de
la época al plantear no sólo un problema etimológico sino científico.
Estos volúmenes destacan por la manera en que es abordado el
estudio del fenómeno de la luz y las formas lingüísticas que se verán
asimiladas en los estudios y primeros libros editados de y sobre fotografía en
el siglo XIX. La aprehensión y comprensión de la invención de la fotografía
respecto a la complejidad de su proceso en niveles más filosóficos que
científicos facilitan la percepción de la luz como magia, esoterismo que deja
el modus oculto y sólo desvela la
imagen.
[1]
José Cuevas Martín, Fotografía y
conocimiento. La fotografía y la ciencia. Desde los orígenes hasta 1927.
Madrid, Editorial Complutense, 2007, p.77. Sobre la aportación de la cámaras
obscuras del XVII a la fotografía. Cuevas menciona que en otras obras de
Kircher no se aprecie en las “[…] ilustraciones de plantas, metales, animales,
etc., estuvieran compuestos con la ayuda de este artilugio [la cámara
obscura].” Efectivamente, las ilustraciones de sus obras no parecen interesarse
por la copia fidedigna como es el caso de los pintores del renacimiento, pero
atendiendo el contexto intelectual y los fines del conocimiento kircheanos, la
copia está en segundo plano para dejar paso a la alegoría. Kircher no es un
hombre de las luces, su pensamiento es el compendio de la antigüedad, es un
hombre inmerso en la mística. No estamos ante tratados del XVIII. En general,
la obra de Cuevas es un buen compendio sobre la fotografía en castellano.
[2] William Henry Fox Talbot. 1839, “Some Account of
the Art of Photogenic Drawing, or, the Process by which Natural Objects May be
Made to Delineate themselves without the Aid of the Artist’s Pencil”, by H. Fox
Talbot , Proceedings of the Royal Society
of London 1837-1843, London, 1843, pp.120-121. Además de la
edición de las lecturas en la
Royal Society of London, Talbot publicó este texto de manera
privada y después apareció gracias a sus contactos en Edimburgo en The London and Edinbourg Philosophical
Magazine, volumen XIV, March, 1839. En las actas establecen la fecha y las
conclusiones de la lectura de Fox Talbot. Las referencias en este capítulo a
menos que se especifique lo contrario procederán de la edición de Art in Theory, 1815-1900. An Anthology of Changing Ideas, introduction, selection and editorial
matter Charles Harrison, Paul Wood and Jason Gaiger, Oxford, Blackwell
Publishing, 1998, pp.249-255.
[3] David Brewster, Letters on Natural Magic, fifth edition,
London, John Murray, 1842.
[4] Ibid, pp.1-2.