NOUS DEVONS EN RETOUR LES CONTEMPLER, LES ASSUMER, TENTER D'EN RENDRE COMTE. IMAGES MALGRÉ TOUT: MALGRÉ NOTRE PROPRE INCAPACITÉ À SAVOIR LES REGARDER COMME ELLES LE MÉRITERAIENT, MALGRÉ NOTRE PROPRE MONDE REPU, PRESQUE ÉTOUFFÉ, DE MARCHANDISE IMAGINAIRE. GEORGES DIDI-HUBERMAN, IMAGES MALGRÉ TOUT, PARIS, LES ÉDITIONS DE MINUIT, 2003, P.11.


PERFIL EN ACADEMIA.EDU

25.4.14

Breve acercamiento a la hermenéutica moderna

El presente texto forma parte de Lectura hemenéutica de los ensayos sobre arte de Jorge Cuesta de Ana Paula Sánchez.

Hermes Trismegisto, Moriens, Llull, Geber, Roger Bacon, Paracelso: hemeneutas tal como el alquimista Osvaldi Crollii ilustra en el frontispicio de su libro editado en 1647 en Frankfurt.
Los referidos en el presente post son menos herméticos pero es preciso recordar a los grandes.

El género literario del ensayo es imprescindible en la divulgación y desarrollo del pensamiento analítico, el proceso para la estructuración de las ideas y su apropiada expresión es parte esencial de su función, sin embargo, a pesar de ser herramienta del trabajo del investigador de la literatura no es uno de los géneros más propensos a estudiarse como tal. Conocemos sus distintas categorías temáticas y el estilo adoptado por autores reconocidos pero no metodologías de análisis que permitan entender el cómo de sus manifestaciones.            La hermenéutica tradicional, entendida como una técnica cualquiera de interpretación,[1] y las corrientes contemporáneas de la misma dictadas por teóricos como Pierre Bourdieu, H. Gadamer, Gianni Vattimo, Mauricio Beuchot, Umberto Eco y José Luis Gómez-Martínez, constituyen una herramienta adecuada para el análisis de contenido del ensayo literario. La hermenéutica no es método de índole estructuralista en el que exista una fórmula determinada para abordar el objeto de estudio. El análisis consiste en una interpretación del objeto de estudio, del ensayo en este caso, y se realiza siempre bajo una justificación seria y objetiva, o lo que llaman “interpretación argumentativa”[2] en la que la interpretación debe convencer del por qué de la compresión dada al texto. Esta “interpretación argumentativa” parte de la condición histórica del fenómeno literario, y sobre todo de las pautas que el mismo texto proporciona. La concientización de la proveniencia histórica del texto y por ende de su creador, y por consiguiente del público que naturalmente es receptor de la obra, conlleva a una “actualización” por parte del intérprete, actualización del texto mediante su lectura en su propio tiempo y espacio que no implica en absoluto una reproducción del sentido del texto sino una transformación.[3]A grandes rasgos “la hermenéutica es la disciplina de la interpretación, trata de comprender los textos; lo cual es –dicho de manera muy amplia- colocarlos en sus contextos respectivos.“[4] La hermenéutica tiene su origen en la antigüedad griega, en el Peri hermeneias de Aristóteles se conocen algunos de los supuestos que la sustentan, siglos después los pensadores medievales hicieron uso de ella en la exégesis de textos religiosos y filosóficos, los renacentistas la aplicaron pero enfocándose más a la filología y a la alegoría en las representaciones pictóricas y los textos que las inspiran; y es en el romanticismo con Schleiermacher y Dilthey[5] que se aplica a la historia de manera positivista, dedicando gran parte a la lingüística. Ya en el siglo XX, Heidegger retoma la hermenéutica y de él Gadamer sigue sus lineamientos hasta los contemporáneos Vattimo, Bourdieu, las teorías de la interpretación de Ricoeur y matiz actual de las reflexiones de Humberto Eco.[6]
La hermenéutica postula una interpretación en la que el objeto de estudio sea apreciado, en la medida de lo posible, por el intérprete, desde un distanciamiento deveniente de la ubicación específicamente temporal del texto. Hay teóricos que consideran que la historia es importante dentro de la hermenéutica, pero como una supeditación al texto, entonces la historia que concierne al objeto de estudio, su contexto será importante para la interpretación del mismo. (G.H. Gadamer) [7] A la vez de conocer el contexto en el que surge el objeto (texto) es preciso anteponer el tiempo en que es leído o interpretado. Esto con el fin de separar o postular como autónomo el texto de su intérprete, pero siempre siendo susceptible de generar una comunicación.
Para la hermenéutica es vital entender el papel del receptor del texto, el individuo que interpreta un texto surgido de otro tiempo. Entonces, un texto se encuentra en dos realidades: el tiempo y circunstancia en que fue creado y el tiempo y circunstancia en que es interpretado[8]. De esta manera la interpretación hermenéutica entendida en esta corriente no es relativista y ambigua, procura, eso sí, la supremacía de la verosimilitud sólo bajo la experiencia del intérprete, este hablará únicamente bajo su propio análisis, que posiblemente sea análogo al de sus contemporáneos. En este sentido, los autores mencionados luchan contra la corriente denominada relativista o equivocista, que postula que toda interpretación es válida desde cualquier circunstancia, momento o enfoque y por ende no existe ninguna noción de verdad en ella; gracias a la cual, la hermenéutica es subestimada como método de análisis semántico. La interpretación de un texto debe atender solamente a este. Las posibilidades de interpretación provienen de las pautas que da el texto mismo. Al respecto Umberto Eco escribe en Interpretación y sobreinterpretación: “(...)no tendría derecho a decir que el mensaje puede significar cualquier cosa. Puede significar muchas cosas pero hay sentidos que sería ridículo sugerir (...) la interpretación tiene que hablar de algo que debe encontrarse en algún sitio y que de algún modo debe respetarse.”[9]La pertinencia semántica de la interpretación textual depende no sólo de una coherente comprensión sino también del papel del autor del texto y su inscripción semántica en este. Ricoeur entiende una relación dialéctica entre acontecimiento y sentido en este punto, acontecimiento de la enunciación y sentido de ella. Según él, podemos encontrar en la autonomía semántica del texto dos rumbos, el primero en cuanto al nexo inmanente de la obra con su autor, el segundo es lo contrario, la obra deja de pertenecer al autor y su autonomía semántica es total, ya que en el momento en que no responde o contesta un texto al receptor, entonces el texto posee un autor y no un hablante, condicionando así la influencia del autor sobre el acontecimiento de enunciación. “Este concepto de autonomía semántica es de enorme importancia para la hermenéutica. La exégesis comienza con ella; es decir despliega sus procedimientos dentro de la circunscripción de un grupo de significados que han roto sus amarras con la psicología del autor. Pero esta despsicologización de la interpretación no implica que la noción de sentido del autor ha perdido toda su significación. [Hay dos alternativas teóricas al respecto] La falacia intencional, que sostiene la intención del autor como el criterio para cualquier interpretación válida del texto, y, por otro lado lo que yo llamaría, de forma simétrica, la falacia del texto absoluto: la falacia de hacer del texto una entidad hipostática sin autor.“[10] Una está encaminada, a pesar de que el acontecimiento es un hecho evanescente, a insistir en que la intención del productor está presente en la obra; mientras que la opuesta entiende al texto como cosa, objeto en el mundo.
Mauricio Beuchot ha dedicado gran parte de su obra a la investigación y aplicación de la hermenéutica en textos literarios. Beuchot retoma a Heidegger, Vattimo y Ricoeur para establecer lineamientos teóricometodológicos. La hermenéutica, entendida como interpretación o exégesis, no sólo es una acción interpretativa sino una serie de normas que contribuyen al distanciamiento fundamental entre obra e intérprete. Raúl Alcalá Campos hace un comentario crítico a la hermenéutica postulada por Beuchot, en este encontramos sintetizados los aspectos mínimos a considerarse en un análisis desde la perspectiva hermenéutica.
a) El distanciamiento hermenéutico. El texto tiene una triple autonomía: i) con respecto a la intención del autor, ii) con respecto a la situación cultural en la que surgió, iii) con respecto al destinatario. b) La superación de la distinción entre explicación y comprensión [...] c) La apertura del texto. El sentido tiende a una interpretación cerrada en tanto la referencia busca el tipo de mundo que la obra abre [aquí Heidegger es evidente: “Ser obra significa establecer un mundo”[11]] d) La indicación del lugar de una crítica de la ideología, que permita darse cuenta que “[...] entender no es proyectarse uno mismo en el texto, sino exponerse a él” (p.49). [12]

La hermenéutica que nos plantea Beuchot está íntimamente relacionada con el hombre como ser social y ser en comunicación: “Buscar el significado de un texto supone la relación de este con el ser humano, con el intérprete; si esta relación existe, entonces podemos hablar de comunicación entre los seres humanos, entre el productor del texto y el intérprete; y, aún cuando pertenezcan a culturas distintas, tienen algo en común: el acontecimiento.”[13] La comunicación entre el productor del texto y el intérprete se realiza mediante el texto, este es un objeto, una cosa, autónoma respecto a su autor desde el momento en que la deja ir (la firma, la publica, la saca a la luz), en ese momento la obra adquiere vida propia, Heidegger lo denomina como “el dejar reposar en sí” ya que la obra sólo “pertenece al reino que se abre por medio de ella”. [14] Sin embargo, su autonomía radica en relación con su creador y con el momento histórico de él. La triple autonomía destacada en la hermenéutica de Beuchot contribuye a darle a la obra su identidad, aunque como lectores sólo la poseamos a ella.
Este carácter historicista y antropológico podemos enlazarlo con la teoría de la estética de la recepción de finales de los setenta y década de los ochenta, puesto que ambas nociones hacen hincapié en la importancia del receptor de la obra artística. En la hermenéutica el constante -e intrínseco- concepto de que el intérprete y su contexto determinan la interpretación ya que su lectura está mediatizada por sus conocimientos y experiencias, y por lo tanto es única, si bien tiene que atender de la misma manera y en la medida posible al contexto del autor. En la teoría de la recepción el lector cuenta con un horizonte de expectativa dado por su experiencia que se confronta con el horizonte contenido en la obra, así mismo, el autor de la obra es también receptor de otros textos y por ende posee él igualmente un horizonte de expectativa propio que establece la estructura de su obra. Ambas teorías a mi ver complementan o podrían constituir la misma dentro de un proceso evolutivo; Vattimo, teórico hermeneuta, hace referencia a Wittgenstein, Nietzsche, Husserl, Adorno, Benjamin, Ricoeur, Iser, Habermass, Gadamer, y al mismo Jauss; y mientras Jauss, Zimmermann, Gumbrecht, Stierle[15], como teóricos de la recepción, hacen referencia a Wittgenstein, Nietzsche, Heidegger, Adorno, Benjamin, Habermas, Gadamer, Adorno, Iser, Neumann. Lo cual es sencillo de entender al ser Wittgenstein, inspirado en Hegel, Schiller y Kant, quien hizo un acercamiento de la filosofía con el lenguaje anteponiendo al hombre a la teoría; posteriormente la fenomenología, que considera esencial la supremacía del hombre frente al mundo que se le devela, sienta las bases de la hermenéutica contemporánea. La analogía en los términos utilizados en la estética de la recepción y en la hermenéutica para la descripción de fenómenos de la recepción literaria y estética, son materia para un estudio propio por su amplitud, como ejemplo se puede pensar en el “horizonte de expectativa” de Jauss y en los “preconceptos” de Beuchot, considerados ambos el bagaje del receptor respecto a los conocimientos previos de la obra y del campo al que pertenece.
Para la estética de la recepción la esencia de la obra de arte radica en su historicidad, en el proceso de elaboración de una obra en el transcurso del tiempo por lectores con un contexto determinado. Es este proceso de constante transformación de la tradición y de la asimilación de los textos por los lectores. La hermenéutica, en la dirección especificada, concibe la obra de arte desde un tiempo y espacio determinado al que responde, así como un pasado, un destinatario y un contexto en el que el autor esta sumergido, a partir de ello el intérprete, en un tiempo y espacio determinado, tendrá que entender y respetar para comprender el texto. 
 Así, la hermenéutica es la interpretación de la intencionalidad significativa del autor de un texto, aceptando la injerencia del intérprete respecto al texto. Define la labor hermenéutica Paul Ricoeur bajo dos premisas fundamentales: “Entonces la comprensión, que está más dirigida a la unidad intencional del discurso y la explicación, que está más dirigida hacia la estructura analítica del texto, tienden a convertirse en polos distintos de una dicotomía desarrollada [...] la polaridad entre comprensión y explicación no debe de ser tratada en términos de dualidad, sino como una dialéctica compleja y sumamente mediatizada. Así, el término ‘interpretación’ puede ser aplicado [...] al proceso completo que engloba la comprensión y la explicación.”[16] Trata la hermenéutica de entender un texto desde su estructura, explicar su sentido a partir de ella, dentro del tiempo del intérprete. No intenta instituir la univocidad del texto interpretado, mas tampoco reconoce que el texto puede sugerir infinidad de significaciones. La hermenéutica insiste en la interpretación de textos basándose solamente en lo que contiene este y en la experiencia del lector. Sin embargo, el autor es quien generó el objeto (texto), su intencionalidad sólo podrá interpretarse sin llegar a una verdad absoluta, por incognoscible, por lo tanto el intérprete debe ubicar en un tiempo y espacio específico el texto y el texto será el guía de la interpretación. El lector debe distanciarse del objeto –entender su contemporaneidad como lector- y, a la vez comprometerse con él –en comunicación con el pasado, contemporaneidad del texto-  por lo que debe interpretar el tiempo y la situación del texto original –contexto- sin olvidar su relación con el presente. Para Mihail Bajtín considera que el acto hermenéutico es también un reconocimiento de la otredad, es un acto de concientizar el hecho de existencia del otro: “El ver y el comprender al autor de una obra literaria significa ver y comprender la otra conciencia, la conciencia ajena de todo su mundo, es decir, comprender al otro sujeto. Dentro de una explicación actúa una sola conciencia y un solo sujeto; dentro de una comprensión actúan dos conciencias y dos sujetos.” [17] Podemos ver que Bajtín diferencia el acto de explicar del de comprender, contrario de Beuchot.
 Mas, como se ha mencionado, son variadas las tendencias que la hermenéutica deriva, al ser una teoría de la interpretación de textos literarios o de obras de arte en general, es también una teoría el entender las posibilidades de interpretación que implica. Pierre Bourdieu hace una crítica a la posición de la hermenéutica “tradicional” que intentaba manifestar la ‘verdad’ de lo que el autor quiso decir en el texto; la “intuición y autocomplacencia narcisista”[18] resurge al llegar al extremo moderno de concebir la superioridad del lector sobre el texto, de esta manera la escolástica y la hermenéutica moderna son iguales. El “narcisismo hermenéutico” al pretender interpretar la intencionalidad del autor de la obra, si bien con un sesgo historicista que subraya el tiempo en que fue producida la obra, para Bourdieu lo que se interpreta mediante una obra es al intérprete mismo: “En este sentido diametralmente opuesto al que le da la tradición ‘hermenéutica’, cabría afirmar que ‘al final, todo comprender  es un comprender de uno mismo’.”[19] Ya que no es posible determinar la intencionalidad del autor, solamente nuestra percepción del texto es lo que es posible asegurar, así mismo para Bourdieu el fin del arte es precisamente el autoconocimiento del individuo.
Pierre Bourdieu aboga por una hermenéutica sociológica que “sólo puede llevarse a cabo en y a través de una reapropiación de toda la historia del campo de producción que ha producido que ha producido a los productores, a los consumidores y a los productos, por lo tanto al propio analista, es decir en y a través de una labor histórica y sociológica que constituye la única forma eficaz de conocerse a sí mismo.”[20] De esta forma, es la comprensión, una necesidad, una razón de ser, es sentir la necesidad de construir una “fórmula generadora” que permite “reconstruir” la obra dada. Es preciso poner énfasis tanto en el creador, en la obra y en los receptores, dentro de un marco histórico y sociológico. Así mismo entiende Bourdieu que la mejor hermenéutica es la que él denomina “lectura pura”, que es una lectura que se efectúa sin buscar nada de antemano, tan sólo lo que el texto en sí te puede otorgar. Explica que los textos generalmente son “textos puros”, esto es que no que tienen otro propósito que el que marca el texto; no pueden realizarse nexos políticos o morales, ya que la obra no lo solicita. “La lectura pura [...] se amolda al propósito de todas las obras que no tienen otro propósito que no sea el de no tener propósito, salvo el que está inscrito en la forma misma de la obra.”[21] Encuentro esto interesante ya que existen obras que no tienen una intencionalidad política o social y que deben analizarse bajo la perspectiva que su autor generó, claro que no implica que perdamos la perspectiva tiempo y espacio del autor y de los receptores contemporáneos; claro también, que siguiendo lo dicho con anterioridad, todo regreso histórico mientras mejor fundamentado esté menor será su falsedad, lo cual no indica que sea certero, único y verdadero.
Al postular la “lectura pura”, Bourdieu marca otra variante de análisis hermenéutico, pero se encuentra todavía dentro la visión de la obra de arte polisémica y de la posición preferencial del contexto de los actores que intervienen en el fenómeno literario y no restringe este fenómeno a los tres actores protagónicos –el creador-la obra- el receptor- incluye al analista en este círculo hermenéutico, siendo determinante también el conocimiento del tiempo y del espacio del especialista que interpreta la obra para entender el filtro por el que drena la información que selecciona, asocia y determina. Hasta aquí seguimos en el terreno de las verdades medias, de las interpretaciones vastas, parece que es difícil volver desde nuestra perspectiva actual al esfuerzo del establecimiento del conocimiento verdadero como el conocimiento único que caracteriza a la metafísica. La relatividad de los conocimientos, los grados de especialización, dispersan un viento de incertidumbre que algunos teóricos llaman posmodernidad. Si mi verdad es alguna, es enunciada bajo el conocimiento de causa que la experiencia y el contexto me brindan, la aceptación de mi postura por un medio legitimador dependerá del sustento dado a ella, mas lejos estaremos de emitirla como verdadera ley inamovible. Gianni Vattimo dice lo siguiente: “La crítica de la idea de verdad como conformidad lleva, pues, a la hermenéutica a concebir la verdad con el modelo del habitar y de la experiencia estética.”[22] 





[1] Nicola Abbagnano. Dicccionario de Filososfia. México, FCE, 1980, p.603
[2]  Mauricio Beuchot. “Perfiles esenciales de la hermenéutica analógica” Antología de ensayo literario. www.ensayo.rom.uga.edu/critica/teoria/beuchot/ Centro de literatura romance de la Universidad de Georgia.1999 p. 1 resumen realizado por el autor  de Tratado de hermenéutica analógica. México, UNAM, 1997.
[3] Pierre Bourdieu. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Barcelona, Anagrama, 1995, p. 451
[4]Beuchot, op.cit.  p. 1
[5] Paul Ricoeur sintetiza la hermenéutica romántica y centrada en el acontecimiento del discurso de estos filósofos así: “La hermenéutica que procede de Schleiermacher y Dilthey tendía a identificar la interpretación con la categoría de ‘comprensión’, y a definir comprensión como el reconocimiento de la intención de un autor desde el punto de vista de los destinatarios primarios en la situación original del discurso. Esta prioridad dada a la intención del autor y al auditorio original tendía, a su vez, a hacer del diálogo el modelo de cada situación de comprensión, de  modo que imponía el marco de intersubjetividad en la hermenéutica. Comprender un texto, entonces, es solamente un caso particular de la situación dialógica en la que alguien responde a alguien más.”  Paul Ricoeur. Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de discurso. México, Siglo XXI, 1995, p. 36
[6] íbidem
[7] Eduardo Weiss. Hermenéutica crítica y ciencias sociales. México, IPN, 1987.
[8] Gianni Vattimo. Más allá de la interpretación. Barcelona, Paidós, 1995, pp.46-48
[9] Umberto Eco. Interpretación y sobreinterpretación. Cambridge, Cambridge University Press, 1995, p.47
[10] Ricoeur, op .cit. p. 43
[11] Martin Heidegger. Arte y poesía. México, FCE, 1997, p. 74
[12] Raúl Alcalá Campos. “La pugna de Mauricio Beuchot por la hermenéutica” en Hermenéutica analogía y significado. Discusión con Mauricio Beuchot. México, Ed. Surge, 1999, p. 10. La nota de la página marcada en la cita corresponde al libro Hermenéutica, lenguaje e inconsciente, UAP, 1989, de Beuchot.
[13] Ibidem, p. 11
[14] Heidegger, op.citp.70. Ricoeur explica al respecto del alejamiento del productor de la obra, que, el discurso al ser escrito, la intención y el sentido dejan de coincidir al ser superado el acontecimiento de enunciación por medio de la escritura: “La inscripción se vuelve sinónimo de la autonomía semántica del texto, lo deriva de la desconexión entre la intención mental del autor y el sentido verbal del texto, entre lo que el autor quiso decir y lo que el texto significa. La trayectoria del texto escapa del horizonte finito vivido por su autor. Lo que el texto significa ahora importa más de lo que el autor quiso decir cuando lo escribió.” Ricoeur, op.cit. pp. 43-44
[15] Karlheinz Stierle. “¿Qué significa ‘recepción’ en los textos de ficción” en Estética de la recepción, Madrid, Arco/Libros, 1987, p. 89. Considera en que todavía hace falta un sustento formal a la estética de la recepción, o un acuerdo en términos y alcances, pero le parece que los estudios de Roman Ingarden, en la tradición de la fenomenología husserliana, así como los trabajos de Wolfgang Iser y Johannes Anderegg, son los más sistemáticos.
[16] Ricoeur, op.cit. p. 86 Sin embargo, Ricoeur plantea una hermenéutica ‘simétrica’, esto es tomar al texto en su total autonomía semántica, interpretarlo será atender a su estructura textual sin importar la intencionalidad del autor ni su tiempo histórico, solamente explicando su referencia. “Lo que tiene que apropiarse es el sentido del texto mismo, concebido en forma dinámica como la dirección que el texto ha impreso en el pensamiento. En otras palabras, lo que tiene que ser apropiado no es otra cosa que el poder revelar un mundo que constituye la referencia del texto. De esta manera estamos tan lejos como es posible del ideal romántico de coincidir con la psique ajena.”
[17]M. Bajtín. Estética de la creación verbal. México, Siglo XXI, 1995, p. 302. Agrega Bajtín algo coincidente con Ricoeur respecto a que una obra literaria no es un hablante sino un discurso, es algo ya dado que solamente el acto de interpretación puede transformar. “No puede haber una actitud dialógica hacia el objeto, por lo tanto la explicación carece de momentos dialógicos (aparte del momento retórico-formal). La comprensión siempre es dialógica, en cierta medida.” Ibidem.  Esa cierta medida radica en que para Bajtín una obra es el reflejo subjetivo del mundo y la comprensión es “reflejo del reflejo”, en sentido de que al apropiarnos de esa visión subjetiva del mundo la adaptamos a la propia, por lo tanto el diálogo se realiza entre un reflejo y el reflejo propio y único.
[18] Bourdieu, op.cit. p. 442
[19] Ibidem
[20] Ibidem
[21] Ibidem, p.448
[22] Vattimo, op.cit. p. 136