NOUS DEVONS EN RETOUR LES CONTEMPLER, LES ASSUMER, TENTER D'EN RENDRE COMTE. IMAGES MALGRÉ TOUT: MALGRÉ NOTRE PROPRE INCAPACITÉ À SAVOIR LES REGARDER COMME ELLES LE MÉRITERAIENT, MALGRÉ NOTRE PROPRE MONDE REPU, PRESQUE ÉTOUFFÉ, DE MARCHANDISE IMAGINAIRE. GEORGES DIDI-HUBERMAN, IMAGES MALGRÉ TOUT, PARIS, LES ÉDITIONS DE MINUIT, 2003, P.11.


PERFIL EN ACADEMIA.EDU

4.2.12

The Arctic Regions de William Bradford. Fotografía Polar

William Bradford, John Dunmore y George Critcherson, Placa 32, "The glacier as seen forcing itself down over the land ...", 1869, impresión albuminada de negativo sobre vidrio, Colección de Clark Art Institute

Fotografía Polar. The Arctic Regions de William Bradford

There is something almost terrible in this boundless desolation. God seems nearer in these deserts; His laws, which never change, are not hidden from the consciousness by delighted senses; and the mind is there inspired with a lofty emotion when contemplating the simple grandeur of His handiwork.
Isaac I. Hayes, Land of Desolation, 1872



Uno de libros más hermosos y sorprendentes es The Arctic Regions. Illustrated with photographs taken on an art expedition to Greenland by William Bradford. With descriptive narrative by the artist (1873).[1] No sólo por la belleza de la edición sino por la gran aventura vivida con el único fin de estar en un paisaje. William Bradford (1823-1892) emprendió un viaje durante el verano de 1869 por las costas de Groenlandia para vivir la experiencia de una geografía inhóspita y por aquellos años inexplorada, aun desconocida. Realizó bosquejos a tinta, lápiz, carbón, tomó notas y junto a dos fotógrafos profesionales hicieron más de trescientos negativos sobre placas de vidrio. Tal como definiría el proyecto Bradford, fue la primera expedición en esgrimir únicamente motivos estéticos para la puesta en marcha de una expedición. Un viaje que además de grandes peligros, en sí encarnaba la visión de ir hacia la nada, hacia la muerte.
Bradford era ya un pintor de éxito en la costa este cuando decidió realizar una expedición por el norte del continente americano. Autodidacta desde la niñez, en un medio no relacionado en absoluto con el arte, mientras ayudaba a su padre en la tienda de ropa en Fairhaven Massachussets, pintaba sin parar. En 1852 monta su propia tienda de mercancías para marineros donde vende también sus propios cuadros. En Nueva York, hacia 1854, conoce al pintor de marinas holandés Albert van Beest, con quien perfecciona su técnica. La colaboración de ambos pintores durará dos años, trabajaron conjuntamente (inclusive en los mismos lienzos) y establecieron un estudio en Nueva York que obtuvo reconocimiento en toda la región. Durante estos años se obsesionó con los viajes polares. Esas terribles aventuras que estaban costando innumerables vidas sólo conocidas por el testimonio de los supervivientes.
Fue un libro, precisamente un libro, el que incitó en Bradford el impulso de ir al norte. [2] Arctic Explorations, 1853, ’54, ’55 de Elisha Kent Kane (1820-1857)[3] narra la vicisitudes de una de las múltiples expediciones que fueron en busca de sir John Franklin. El dramático relato de la aventura conmovió profundamente a Bradford. A pesar de fracasar en el intento de conocer el destino de Franklin, Kane había logrado sobrevivir a dos crudísimos inviernos, enfermedades, hambre, deserciones y locura. El primer párrafo del segundo volumen de la crónica de su viaje evidencian lo extremo y radical de su relato.

January 6, 1855, Saturday.- If this Journal ever gets to be inspected by others eyes, the color of its pages will tell of the atmosphere it is written in. We have been emulating the Esquimaux for some time in every thing else; and now, last of all, this intolerable temperature and our want of fuel have driven us to rely on our lamps for heat.[4]

La trascendencia en la opinión pública fue extraordinaria, Elisha K. Kane volvió como todo un héroe, un sobreviviente del gran norte, de aquel paisaje agreste, inolvidable, cuya belleza mata a todo el que ose perturbarle. [5] En 1861, a pesar de la dureza de las condiciones, Bradford se embarca hacia la península de Labrador iniciando su gran obra paisajística fundamentada en la majestuosidad del blanco polar. Durante esa década realizará siete viajes más por la región, culminando con la expedición de 1869 financiada por su benefactor y coleccionista neoyorkino LeGrand Lockwood.

El libro
El caso de The Arctic Regions, es para detenerse por su difusión y trascendencia en la edición de libros fotográficos y en las publicación de expediciones al polo norte posteriores. [6] Al regreso de Bradford a Boston, la reina Victoria encargó un óleo y le pidió que viajase a Inglaterra para difundir su experiencia en la Royal Institution y en la Royal Geographical Society de Londres. Posteriormente, en vista de la expectación y éxito surgió la posibilidad la publicar un libro con fotografías de ese viaje polar bajo el mecenazgo de la reina. Bradford no sólo era un sobreviviente de una aventura extrema, si bien, organizada y pensada para evitar cualquier incidente pero no ausente de la posibilidad de padecerlo. Inglaterra había durante años considerado una cuestión de Estado las expediciones al Ártico y ahora se presentaba un pintor que encarnaba el artista que se enfrentaba concientemente al implacable paisaje que había forjado el mito de infranqueable. Y volvía con cerca de trescientos negativos sobre vidrio. Trescientas placas de vidrio que habían soportado temperaturas extremas y procesos accidentados. Y estaban ahí, presentes y acercando al espectador a esa imágenes que muchos habían visto y muerto inmersos en ellas. Las imágenes que sobre el Polo Norte circulaban por el imaginario del público decimonónico eran las provenientes de las artes plásticas, de los grabados que ilustraban los libros de expediciones y los artículos que seguían esas aventuras por la prensa, sin contar con la experiencia perceptiva de los panoramas que abordaban el tema desde la década de los veinte.[7]
The Arctic Regions constó de 141 impresiones en papel albuminado, común en la época, de medidas que van de 6.5 x 9cms. a 63 x 27 cms. Limitada a trescientas copias, consta de mapas topográficos y anotaciones etnográficas, así como de las impresiones del viaje de Bradford que poseen un aire científico y romántico a la vez. Fue una edición costosa, tanto por ser una expedición sin ningún apoyo institucional como por las cualidades del libro. Las cerca de 42300 copias fotográficas albuminadas fueron realizadas en Boston y enviadas a Londres para su edición. Cada uno de los 141 negativos contenidos en el libro se realizaron 300 copias y cada una de las copias fue pegada a mano. Sin duda una labor titánica y sin duda uno de libros más bellos de la época. Fue vendido por suscripción al exorbitante precio de 25 guineas o 125 dólares americanos.

Bradford, The Arctic Regions, 1973, vista exterior y portada.


Durante años la expedición a las aguas del polo norte le servirá de tema pictórico, muchas de sus obras están basadas en las fotografías, pero la pintura de Bradford está cargada del espíritu romántico que combina la heroicidad de las hazañas con la magnitud y dramatismo del viaje.

[1] William Bradford, The Arctic Regions. Illustrated with photographs taken on an art expedition to Greenland by William Bradford. With descriptive narrative by the artist, London, Sampson Low, Marston, Low, and Searle, 1873. Actualmente se encuentran ejemplares en las siguientes bibliotecas: MetMuseum, Photographically illustrated book #67.789; Toronto Public Library 919.8.B67; British Library 1785.d.7; Clark Art Institute Collection ND237 B6965a.

[2] La influencia de las memorias de Kane en Bradford está documentada, como lo indica Trevor Levere: “He returned in 1869 to Greenland and Davis Strait, with camera, sketchbook, and palette, in a expedition inspired by Kane’s writings an made solely for the purpose of art.” Trevor Trevor H. Levere, Science and the Canadian Arctic: A Century of Exploration, 1818-1918, Cambridge, Cambridge University Press, 2004, p. 260.
[3] Elisha Kent Kane, Arctic explorations: The second Grinnell expedition in search or Sir John Franklin, 1853,’54, ’55. Illustrated by upwards of three hundred engravings from sketches by the author, II vols., Philadelphia, Childs & Peterson, 1857. En una primera expedición financiada por Grinnell, Kent Kane participó como médico, sobreviviente a la terrible aventura se dedica a dar conferencias hasta que obtiene fondos del propio Grinnell para emprender otra misión de búsqueda, en esta ocasión organizada por él. Las misiones de rescate de si Franklin eran casi sinónimo de encontrar a la vez el Paso del Norte; por esas fechas había otras diez misiones similares surcando esa zona polar.
[4] Ibid., p.9.
[5] Elisha Kent Kane fue un héroe por sobrevivir durante tres años a condiciones extremas, sus observaciones, estudios topográficos, climáticos y cartográficos fueron sustanciales para las expediciones polares posteriores. La integridad y fuerza voluntad completaron el retrato de un héroe norteamericano. Inclusive a pesar de su mermada salud viajó a Inglaterra para entregar a la viuda de sir Franklin un informe sobre sus hallazgos infructuosos. Murió poco después en la Habana. Su cortejo funeral duró tres semanas y pasó por seis estados hasta llegar a Filadelfia, en esos años sólo el funeral de Abraham Lincoln fue más espectacular. Cfr. Michel F. Robinson “A man of science and humanity. Elisha Kent Kane” en The Coldest Crucible, Arctic Exploration and American Culture, Chicago, University of Chicago Press, 2006, pp. 31-54.
[6] La crónica de viajes al Polo Norte desde el siglo XV tiene una gran tradición, la búsqueda del paso del norte durante el siglo XVIII revolucionó la cartografía de la zona. Durante el XIX son numerosas las acometidas hacia el polo, de los libros que ilustran tales aventuras rescatamos algunos: Charles Francis Hall, Life with the Esquimaux, London, Samson Low, Son, and Marston, 1864, ilustrado con grabados y xilografías; Charles Francis Hall, Narrative of the second expedition made by Charles F. Hall: his voyage to Repulse Bay, sledge journeys to the straits of Fury an Hecla and to King William’s Land and residence among the Eskimos during the years 1864-1869, Washington, Government Printing Office, 1879, con fotografías y grabados; Hans Hendrik, Memoirs of Hans Hendrik, the Arctic traveller, London, Trübner & Co, 1878, con mapas y grabados; Georges S. Nares, Narratives of a Voyage to the Polar sea during 1875-76, London, Samson Low, Marston, Searle, & Rivingstone, 1879, con fotografías, Otto Sverdrup, New land: four years in the Arctic regions, London, Longmans, Green and Co., 1904, ya corresponde a la época de la edición moderna en fotograbado, contiene gráficos, mapas y fotografías de la travesía.
[7] Sobre las representaciones populares de los iconos polares ver el capítulo “Exhibiting the Arctic” en Robert G. David The Arctic in the British Imagination, 1818-1814, Manchester, Manchester University Press, 2000.